23 nov 2010
Algunos cuentos...
A continuación, subiremos diferentes cuentos con los que se pueden trabajar los distintos valores.
¡Esperamos que les sirva!
El espejo estropeado (BONDAD)
Ayudar a los
demás produce la alegría más verdadera.
Había una vez
un niño listo y rico, que tenía prácticamente de todo, así que sólo le llamaba
la atención los objetos más raros y curiosos. Eso fue lo que le pasó con un
antiguo espejo, y convenció a sus padres para que se lo compraran a un
misterioso anciano. Cuando llegó a casa y se vio reflejado en el espejo, sintió
que su cara se veía muy triste. Delante del espejo empezó a sonreír y a hacer
muecas, pero su reflejo seguía siendo triste.
Extrañado, fue
a comprar golosinas y volvió todo contento a verse en el espejo, pero su
reflejo seguía triste. Consiguió todo tipo de juguetes y cachivaches, pero aún
así no dejó de verse triste en el espejo, así que, decepcionado, lo abandonó en
una esquina. "¡Vaya un espejo más horrible! ¡Es la primera vez que veo un
espejo estropeado!"
Esa misma tarde
salió a la calle para jugar y comprar unos juguetes, pero yendo hacia el
parque, se encontró con un niño pequeño que lloraba entristecido. Lloraba tanto
y le vio tan sólo, que fue a ayudarle para ver qué le pasaba. El pequeño le
contó que había perdido a sus papás, y juntos se pusieron a buscarlo. Como el
chico no paraba de llorar, nuestro niño gastó su dinero para comprarle unas
golosinas para animarle hasta que finalmente, tras mucho caminar, terminaron
encontrando a los padres del pequeño, que andaban preocupadísimos buscándole.
El niño se
despidió del chiquillo y se encaminó al parque, pero al ver lo tarde que se
había hecho, dio media vuelta y volvió a su casa, sin haber llegado a jugar,
sin juguetes y sin dinero. Ya en casa, al llegar a su habitación, le pareció
ver un brillo procedente del rincón en que abandonó el espejo. Y al mirarse, se
descubrió a sí mismo radiante de alegría, iluminando la habitación entera. Entonces
comprendió el misterio de aquel espejo, el único que reflejaba la verdadera
alegría de su dueño.
Y se dio cuenta
de que era verdad, y de que se sentía verdaderamente feliz de haber ayudado a
aquel niño.
Y desde
entonces, cuando cada mañana se mira al espejo y no ve ese brillo especial, ya
sabe qué tiene que hacer para recuperarlo.
El saco mascota (BONDAD)
Recibimos lo
que damos a los demás, así que para recibir cosas buenas debemos dar cosas
buenas.
Desde que era
muy niño, Mateo dedicó todas sus energías a encontrar el Saco Mascota, el más
famoso objeto que había creado el mago Cachuflo. Nadie sabía qué tenía dentro
para hacerlo tan especial, pero según decían, era capaz de hacer todo lo que su
amo le ordenara. Mateo, convertido en un poderoso caballero, fue implacable en
su búsqueda, superando todo aquello que se interponía en su camino, y cuando
sus esfuerzos tuvieron recompensa y encontró el saco viviendo escondido en una
cueva, se sintió el hombre más feliz del mundo.
Pero resultó
que el saco estaba lejos de ser una buena mascota: gruñía cada vez que le
pedían hacer algo, incluso aunque el caballero le amenazaba con sus armas; si
algo se le metía en la cabeza no había forma de sacárselo, y no dejaba de
morder, por más golpes que le daba Carlo para que no lo hiciera. Decepcionado
tras meses de aguantar tan insufrible mascota, Mateo decidió venderla en el
mercadillo, pero era tan molesta e insolente, que apenas nadie se acercaba a
preguntar por su precio. Entonces se le acercó Diana, una anciana mujer ciega,
conocida de todos en aquella ciudad por su amabilidad y optimismo.
- Yo me quedaré
con tu mascota, aunque no tengo mucho para pagarte.
Mateo se sintió
aliviado al deshacerse del molesto saco, pero al momento vio cómo el saco hacía
todo tipo de juegos y cariñosas piruetas con la anciana. Lleno de sorpresa, lo
arrancó de sus manos, pero nuevamente el saco se tornó agresivo e insufrible.
Entonces, rojo de ira, y tras arrojarlo al suelo, tomó su espada y lo rajó de
arriba a abajo.
Y al hacerlo,
quedó petrificado. Por el roto comenzaron a salir cientos de pequeños Mateos,
todos furiosos y gritones, que lanzaron toda su furia contra el caballero. Y
posiblemente hubieran acabado con él, si no fuera porque Diana se agachó a
tomar el saco, y al hacerlo, todos los Mateos se transformaron en amables
Dianas, volvieron al saco, cerraron la abertura, y comenzaron a jugar con su
nueva dueña...
Así comprendió
Mateo que nada había malo en aquel saco que no estuviera previamente en él
mismo, y con el mismo empeño con que persiguió el saco, se propuso mejorarse a
sí mismo. Y lo consiguió de tal forma, que cuando la adorable Diana le dejó el
saco poco antes de morir, realizaron juntos tantas proezas y tan maravillosas,
que darían para escribir cien libros.
El gran partido (TRABAJO EN EQUIPO)
Cuando algo se
hace entre todos, lo importante es que al final todo salga bien, y no andar
contando quién ha aportado más o menos.
Había una vez
un grupo de niños que habían quedado para jugar un partido de fútbol por todo
lo alto. Habían dedicido que cada uno llevaría un elemento importante que
hubiera en todos los partidos oficiales, y así, uno trajo el balón, otro el
silbato, otro una portería, otro los guantes del portero, las banderillas del
córner, etc... Pero antes de comenzar el partido, a la hora de elegir los
equipos hubo una pequeña discusión, y decidieron que podría elegir aquel que
hubiera llevado el elemento más importante.
Como tampoco se
ponían de acuerdo en eso, pensaron que lo mejor sería empezar a jugar al
completo, con todos los elementos, e ir eliminando lo que cada uno había traído
para ver si se podía seguir jugando y descubrían qué era verdaderamente
imprescindible. Así que comenzaron a jugar, y primero eliminaron el silbato,
pero quien hacía de árbitro pudo seguir arbitrando a gritos. Luego dejaron a
los porteros sin guantes, pero paraban igual de bien sin ellos; y tampoco se notó
apenas cuando quitaron los banderines que definían los límites del campo, ni
cuando cambiaron las porterías por dos papeleras...; y así siguieron, hasta que
finalmente cambiaron también el balón por una lata, y pudieron seguir
jugando...
Mientras
jugaban, pasó por allí un señor con su hijo, y viéndoles jugar de aquella
forma, le dijo al niño:
-"Fíjate,
hijo: aprende de ellos, sin tener nada son capaces de seguir jugando al fútbol,
aunque nunca vayan a poder aprender ni mejorar nada jugando así"
Y los chicos,
que lo oyeron, se dieron cuenta de que por su exceso de orgullo y egoísmo, lo
que se presentaba como un partido increíble, había acabado siendo un partido
penoso, con el que apenas se estaban divirtiendo. Así que en ese momento,
decidieron dejar de un lado sus opiniones egoístas, y enseguida se pusieron de
acuerdo para volver a empezar el partido desde el principio, esta vez con todos
sus elementos. Y verdaderamente, fue un partido alucinante, porque ninguno
midió quién jugaba mejor o peor, sino que entre todos sólo pensaron en
divertirse y ayudarse.
La isla de los inventos (TRABAJO EN EQUIPO)
Hay que ponerse
grandes objetivos, pues con esfuerzo y constancia, podemos llegar a conseguir
aún más de lo que nos propongamos.
La primera vez
que Luca oyó hablar de la Isla
de los Inventos era todavía muy pequeño, pero las maravillas que oyó le sonaron
tan increíbles que quedaron marcadas para siempre en su memoria. Así que desde
que era un chaval, no dejó de buscar e investigar cualquier pista que pudiera
llevarle a aquel fantástico lugar. Leyó cientos de libros de aventuras, de
historia, de física y química e incluso música, y tomando un poco de aquí y de
allá llegó a tener una idea bastante clara de la Isla de los Inventos: era un
lugar secreto en que se reunían los grandes sabios del mundo para aprender e
inventar juntos, y su acceso estaba totalmente restringido. Para poder
pertenecer a aquel selecto club, era necesario haber realizado algún gran
invento para la humanidad, y sólo entonces se podía recibir una invitación
única y especial con instrucciones para llegar a la isla.
Luca pasó sus
años de juventud estudiando e inventando por igual. Cada nueva idea la convertía
en un invento, y si algo no lo comprendía, buscaba quien le ayudara a
comprenderlo. Pronto conoció otros jóvenes, brillantes inventores también, a
los que contó los secretos y maravillas de la Isla de los Inventos. También ellos soñaban con
recibir "la carta", como ellos llamaban a la invitación. Con el paso
del tiempo, la decepción por no recibirla dio paso a una colaboración y ayuda
todavía mayores, y sus interesantes inventos individuales pasaron a convertirse
en increíbles máquinas y aparatos pensados entre todos. Reunidos en casa de
Luca, que acabó por convertirse en un gran almacén de aparatos y máquinas, sus
invenciones empezaron a ser conocidas por todo el mundo, alcanzando a mejorar
todos los ámbitos de la vida; pero ni siquiera así recibieron la invitación
para unirse al club.
No se
desanimaron. Siguieron aprendiendo e inventando cada día, y para conseguir más
y mejores ideas, acudían a los jóvenes de más talento, ampliando el grupo cada
vez mayor de aspirantes a ingresar en la isla. Un día, mucho tiempo después,
Luca, ya anciano, hablaba con un joven brillantísimo a quien había escrito para
tratar de que se uniera a ellos. Le contó el gran secreto de la Isla de los Inventos, y de
cómo estaba seguro de que algún día recibirían la carta. Pero entonces el joven
inventor le interrumpió sorprendido:
- ¿cómo? ¿pero
no es ésta la verdadera Isla de los Inventos? ¿no es su carta la auténtica
invitación?
Y anciano como
era, Luca miró a su alrededor para darse cuenta de que su sueño se había hecho
realidad en su propia casa, y de que no existía más ni mejor Isla de los
Inventos que la que él mismo había creado con sus amigos. Y se sintió feliz al
darse cuenta de que siempre había estado en la isla, y de que su vida de
inventos y estudio había sido verdaderamente feliz.
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